Radiografía Ambiental Nacional

Primer trimestre 2025

Los problemas que ponen en jaque el equilibrio ecológico de México, estado por estado.

La crisis ambiental que vive México es tan extensa como su territorio. Del desierto del norte a las selvas del sureste, cada estado enfrenta problemas que, aun con matices propios, forman parte de un desequilibrio común. En BlueWire creemos que tener un panorama con un enfoque regional es clave para comprender la magnitud de estos desafíos.

Nuestro estudio, realizado en el primer trimestre de 2025, ilumina un panorama donde incendios, contaminación del agua, pérdida de biodiversidad y urbanización descontrolada convergen. La información aquí presentada se basa en el análisis de más de 65,000 notas periodísticas nacionales y locales, de medios impresos y digitales; además en la localización de puntos críticos por entidad, para poder determinar un grado de problemática por Estado. 

Este trabajo se realizó con el objetivo de trazar patrones y articular respuestas colectivas, porque si no entendemos cómo la sequía, la deforestación, los incendios, la contaminación y el resto de problemas ambientales se retroalimentan, será difícil plantear soluciones que aborden estas problemáticas de forma integral. 

Este artículo condensa los hallazgos del estudio en nueve mapas que ilustran los 8 retos ambientales nacionales detectados entre enero y marzo de 2025. 

Para cada reto ambiental en cada estado, se utilizó una escala del 0 al 3 basadas en las notas periodísticas analizadas:

0 = no se encontró ninguna mención de la problemática,

1 = existen riesgos o conflictos latentes,

2 = refleja una presencia amplia o recurrente,

3 = apunta a una situación crítica o severa.

Este sistema de calificación nos permite representar, de manera sencilla y comparativa, el nivel de gravedad de cada reto ambiental a lo largo del país.

Los retos ambientales en México son múltiples, complejos y profundamente interconectados. Para facilitar su análisis, los agrupamos en ocho categorías clave. Cada una representa un área crítica de atención.

Las categorías son:

Agua, Incendios, Sequía, Especies Amenazadas, Deforestación, Energía, Ecosistemas Amenazados y Calidad del Aire.

Antes de analizar cada problemática por separado, realizamos un ejercicio de síntesis por estado. Agrupamos los distintos desafíos ambientales en un índice general que permite observar el nivel de presión ambiental en cada una de las 32 entidades federativas.

Este mapa muestra, de forma comparativa, qué tan graves son los problemas en cada estado: desde regiones con impactos críticos hasta aquellas con menor presencia de riesgos. Una radiografía ambiental que nos ayuda a entender por dónde empezar.

El agua en México sufre tanto en cantidad como en calidad. Buena parte de los estados —desde el Altiplano hasta la costa del Golfo y la Península de Yucatán— enfrenta dificultades para asegurar suministro continuo y potable. La Zona Metropolitana del Valle de México es un claro ejemplo: acuíferos sobreexplotados, contaminación por desechos fecales y químicos, y cortes frecuentes en decenas de colonias. El Sistema Cutzamala, que hasta marzo operó por debajo del 56% de su capacidad, suma otra alerta, al igual que Campeche y Tabasco, donde la industria petrolera pone en riesgo humedales vitales; y Veracruz, donde ríos como el Jamapa y el Pixquiac sufren de huachicol hídrico. 

Este monitoreo revela que el desabasto y la contaminación van de la mano. Querétaro ve cómo sus presas descienden mientras el Río Querétaro recibe descargas industriales. En Puebla y Tlaxcala, el Río Atoyac está entre los más contaminados del país, afectando a millones de personas. El problema no es solo la escasez, sino la falta de calidad y seguridad sanitaria, una situación que también padecen el Valle de Juárez en Chihuahua y varios municipios del sur de Tamaulipas.

Los incendios actúan como un indicador de sequía, degradación de suelos y falta de planeación. Durango, Coahuila y Zacatecas sufren fuertes incendios por el clima seco y la pérdida de vegetación, un patrón que se repite en Guanajuato y Jalisco —donde el Bosque de La Primavera perdió más de 2,300 hectáreas—. En Coahuila, la combinación de sequía y manejo deficiente de residuos incrementa el riesgo de incendios, mientras que en Baja California el fuego no distingue fronteras y empeora la calidad del aire en ambos lados de la frontera con Estados Unidos.

Al cierre del primer trimestre de 2025, Durango ya registra 6,200 hectáreas quemadas en 97 siniestros, y en Sinaloa fue necesario activar el Plan DN-III-E para frenar incendios en Badiraguato y Mocorito. Zacatecas, por su parte, reporta 1,300 hectáreas afectadas solo en marzo.

La sequía presente en el país es más que la simple ausencia de lluvias, se convierte en un factor de inestabilidad económica y un llamado a replantear la gestión hídrica a nivel nacional y cuidar el suelo en la agricultura. 

La sequía en México golpea regiones donde la agricultura y la ganadería sostienen la economía local. Chihuahua y Durango iniciaron el año con casi todo su territorio en sequía extrema, Sonora enfrenta restricciones de riego que afectan la producción de trigo y Sinaloa pasa por su peor crisis hídrica en décadas. En Guerrero, la falta de agua encareció el maíz y el sorgo para los ganaderos, mientras que en Campeche millones de reses corren peligro por la escasez de pasto y agua. Chiapas también reportó municipios con cortes de agua. 

Este escenario de poca agua arrasa las cosechas y empuja a muchas familias a migrar, ya sea a otros estados o hacia la frontera norte. Ciudades como Guadalajara y Monterrey enfrentan un abastecimiento de agua intermitente, y disputas por el uso industrial.

El Golfo de California se ha vuelto escenario de la lucha por la supervivencia de la Vaquita Marina y la Totoaba, amenazadas por redes ilegales de pesca. Se han decomisado kilómetros de redes en San Felipe y el proyecto Saguaro suma riesgos potenciales con el tránsito de buques y ruido submarino, afectando especies como la ballena gris, la cual este año ha tenido diversas complicaciones en su migración desde el norte de Alaska. En la Riviera Maya, la clausura de un delfinario muestra la presión turística sobre la fauna marina amenazada, y también en la Península de Yucatán el cambio climático desplaza a los murciélagos hacia zonas urbanas, generando problemas para la especie. El sur-sureste pierde hábitats clave para jaguares, ocelotes y tortugas por la expansión agrícola y el turismo depredador. 

El problema no se limita a áreas silvestres. En la Ciudad de México, el Ajolote y el Teporingo sufren con la fragmentación de Xochimilco y los bosques de Tlalpan. En Tabasco, un mal manejo de pollinaza (subproducto del manejo avícola) mató a más de 1,500 animales, evidenciando prácticas de riesgo en el sector ganadero. Al norte, la liberación de oso negro y bisonte americano contrasta con la presencia de cocodrilos en zonas urbanas de Tamaulipas y la llegada de pumas y linces a Ciudad Victoria. 

La tala masiva de bosques agrava la crisis hídrica y de pérdida de biodiversidad. Regiones como el Bosque de Agua y el Bosque de Niebla (bosques templados y bosques mesófilos de montaña) que incluye zonas de la CDMX, Morelos, Edomex, Puebla y Veracruz, pierden hasta 300 árboles al día. Este daño afecta la recarga de agua para millones de habitantes en el Valle de México y otras diversas comunidades. La Sierra Tarahumara al norte también sufre por la tala ilegal, mientras que en Michoacán la expansión aguacatera se enfrenta al crimen organizado, y apenas el 31% del aguacate exportado a EE. UU. cumple con un sello libre de deforestación.

Al sur, la Selva Lacandona pierde volumen ante la tala clandestina, y la Península de Yucatán enfrenta un auge inmobiliario que fragmenta selvas y manglares, agravado por megaproyectos turísticos y de infraestructura como el Tren Maya. 

Morelos y Puebla reportan pérdidas alarmantes de áreas boscosas. Cada árbol que cae reduce la capacidad de los ecosistemas para resistir incendios, inundaciones y plagas, además de infiltrar agua en el acuífero.

En el noroeste, el megaproyecto gasero Saguaro enfrenta la oposición de comunidades y científicos que han promovido juicios para detenerlo. Al otro lado del país, en la Sonda de Campeche, derrames petroleros corroborados por imágenes satelitales avivan demandas ciudadanas para detener la extracción en el Golfo de México. La red eléctrica en la Península de Yucatán presenta cortes frecuentes por falta de mantenimiento y el aumento en la demanda en medio de temperaturas cada vez más altas.

Al centro-noreste, refinerías y termoeléctricas —como las de Tula y Cadereyta— encabezan emisiones contaminantes. Pese a ser uno de los principales factores en las contingencias ambientales, muchas siguen usando combustóleo. Tabasco, por su parte, vive protestas recurrentes contra Pemex por fugas y retrasos en compensaciones y remediación ambiental. 

Manglares, arrecifes y bosques destacan entre los ecosistemas más frágiles. El turismo desmedido en Baja California Sur y Quintana Roo pone en riesgo manglares y vida marina, mientras en el Golfo de California el proyecto Saguaro añade presión con buques y ruido submarino. La suspensión de tramos del Tren Maya en la Península de Yucatán evidencia el riesgo de daños irreversibles a la selva, mientras el Arrecife Mesoamericano se ve afectado por sobrepesca y blanqueamiento.

En el centro del país, la urbanización fragmenta el llamado “suelo de conservación”, fundamental para especies como el ajolote y el teporingo. Guerrero enfrenta conflictos como en Tixtla, donde comuneros rechazan un basurero que pondría en peligro fuentes de agua subterránea. En Oaxaca, la privatización de playas y manglares genera despojos y tensiones sociales, y en Hidalgo, el Parque Nacional El Chico pierde hectáreas por plagas y la construcción de nuevas vías. La presión turística e industrial, si no se controla, socava la integridad ecológica de un país que depende de estos ecosistemas para su supervivencia.

La contaminación atmosférica tiene focos rojos en la megalópolis del centro (CDMX, Edomex, Hidalgo), la franja norte (Baja California, Nuevo León, Coahuila) y polos industriales como Tula, Cadereyta o Coatzacoalcos. Factores como el uso de combustóleo, procesos industriales obsoletos, muchos vehículos generando emisiones y quemas agrícolas contribuyen al deterioro del aire.

Los impactos en salud se notan en contingencias por PM2.5, ozono u otros contaminantes. Monterrey suma tolvaneras y emisiones de su refinería; Baja California padece incendios fronterizos que empeoran la calidad del aire en Tijuana y Mexicali, y la Ciudad de México destaca entre las capitales más contaminadas del mundo, según mediciones internacionales que se publicaron durante este periodo. 

La crisis ambiental en México no es un problema del futuro: ya está aquí, y su impacto se siente en cada rincón del país. Los datos muestran patrones claros que exigen respuestas coordinadas, informadas y urgentes.

Conocer el territorio y su estado es el primer paso para transformarlo.

Si te quedaste con ganas de más información, explora en nuestro sitio el mapa interactivo con las principales problemáticas ambientales por estado. Porque solo entendiendo el panorama completo, podemos actuar donde más importa.

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